ALONSO
La estirpe de la Casa Alonso. Se trata de un antiguo y muy ilustre linaje asturiano que data de los tiempos en que, el invicto don Pelayo, se retiró, ante el avance
de las huestes moras, invasoras de España, a las montañas y cueva de Covadonga, a fin de poder reorganizarse para emprender la ardua labor de la Reconquista del solar patrio.
Como ya es sabido, las huestes que le acompañaron eran harto exiguas ya que consistían en no más de trescientos caballeros y mil hombres de armas de a pie. No
obstante, esta carestía de medios no fue óbice para que el valeroso caudillo fuera ganándoles palmo a palmo terreno a los musulmanes, sentando las bases para la sucesiva reconquista total de
España. Es fama que, entre los trescientos caballeros que acompañaron a don Pelayo, había varios de este nombre, Alonso, descendientes de nobles godos y cuyo origen se pierde en la noche de los
tiempos.
Antiguos solares de este linaje los hubo en la villa de Cangas de Onís y Avilés, en el Principado de Asturias.
El tratadista don Francisco Piferrer en su obra "Reinos y Señoríos de España" establece claramente la importancia del apellido Alonso cuando escribe: "Hay nombres que, por sí mismos, por su misma estructura, etimología o derivación, revelan su remota antiguedad. Así sucede con la palabra Alonso, que desde muy antiguos tiempos se usa y se ha usado, ya como nombre, ya como apellido, escribiéndose indistintamente Alonso, Alfonso, y Alphonso, derivándose del nombre latino Alphonsus y este tal vez del griego Alphos, que significa blanco.
Aunque Méndez Silva dice que la palabra Alfonso significaba entre los godos, nuestros ilustres predecesores, amado, querido, favorecido, (Catálogo Real y
Genealógico de España).
Sea de ello lo que fuere, resulta de todos modos que el nombre Alfonso es de muy remota antiguedad, no siendo por tanto extraño que se oculte en la oscuridad de los
siglos el origen del noble linaje que lo lleva por apellido".
Piferrer sigue indicando que es de pretensión de muchos genealogistas considerar como tronco y progenitor de casi todas las nobles familias que llevan actualmente
este apellido a un hijo que tuvo una dama de la casa de Girón, muy antigua y poderosa en Asturias, cuyo padre fue el rey don Alfonso, "el Católico", asegurando que los más antiguos solares de
este nombre radicaron en el indicado principado de Asturias, de donde sus ilustres hijos se adentraron en las montañas de Burgos, en el reino de Galicia, en ambas Castillas y otros puntos de la
península, siendo en todas partes reconocidos como nobles de sangre y notoria hidalguía.
Esto dice el cronista general Baños de Velasco en el título de los caballeros Alonsos, que cita Morote en la Historia de Lorca: "Hay de este linaje en Andalucía y
en los reinos de Sevilla, Murcia, Granada y en Madrid, y en todas partes es conocida su hidalguía y nobleza de sangre".
Por su parte, Tirso de Avilés, señala que: "la casa y solar de los Alfonsos es en Asturias de Oviedo y hay muchos de ellos y muy antiguos en la villa de Avilés y en
la de Cangas de Onís; y estos dicen proceder y venir de un hijo del rey don Alfonso, "el Católico": y así el nombre de estos es Alfonso por apellido". Pero también en Madrid este linaje es muy
antiguo y así lo señala Quintana en "Nobleza y Grandeza de Madrid".
Ya en el año 1.389, en el poder que dio Madrid para prestar pleito homenaje al rey de Armenia, entre los regidores del estado de los caballeros que lo otorgaron,
fueron don Diego Alfonso y don Pedro Alfonso. Este episodio del rey de Armenia es muy curioso. Recuerda alguien que, doscientos años antes que Madrid se convirtiera en capital de España, por
decisión del rey Felipe II, ya albergó la minúscula corte de un monarca propio. Pues fue así y el personaje se llamó León VI. Un rey exiliado de Armenia que se convirtió en soberano de Madrid.
Todo comenzó, como no podía ser menos, con el rey Enrique II, el conde de Trastamara, príncipe fratricida, asesino de su hermanastro, el legítimo rey de Castilla, don Pedro I. Causa maravilla
saber que la nobleza aceptó el hecho, los juristas aceptaron la usurpación del trono y los doctores legitimaron el regicidio.
Pero murió el de Trastamara y le sucedió en la Corona su hijo Juan I. En contraste con su padre, este rey era generoso noble y considerado con sus súbditos. Y que
bien conocía la forma en que su padre había llegado al trono de Castilla, lo evidencia el mensaje que dirigió a todos sus reinos: "Sepades que agora puede averdies días que recreció el rey, mi
padre, a quien Dios perdone...". Bien, durante el reinado de don Juan I, se presentó en España, León VI, de Armenia, que tampoco era hombre muy afortunado, porque contando tres años de edad, su
padre, el legítimo rey fue asesinado y el trono usurpado por su tío, el rey Guido I. Al desdichado príncipe le tocó conocer el cautiverio en una mazmorra, hasta que fue puesto en libertad previo
pago de rescate.
Errante, fue a Aviñón para rendir homenaje al Papa y luego pasó a Cataluña, para finalmente caer en Castilla, donde el rey Juan I, sintió tanta compasión hacia él que véase lo que le regaló: "E viéndole desvalido e con parco sustento, otorgóle para su vida, la villa de Madrid e la de Andújar, e la villa Real (Ciudad Real), con todos sus pechos, derechos e rentas que en ellas había, e cada año de renta, para su vida, la suma de 150.000 maravedises".
Mayor generosidad no cabe. Pero en Madrid, por entonces todavía se llamaba Magerit, la noticia de que el rey Juan I había regalado la villa a un soberano extranjero, cayó muy mal, hasta el punto que el rey Juan se arrepintió y dictó otra sentencia por la cual señalaba que la donación sería solamente válida durante la vida del rey armenio, sin que sus sucesores tuvieran el menor derecho a herencia. Se aplacaron los ánimos y así, entre los miembros del Concejo que rindieron pleitesía al armenio, estaba don Diego Alfonso y don Pedro Alfonso (o Alonso), como regidores de la villa de Madrid. El reinado de León, el armenio, sólo duró un año y medio, porque él mismo abdicó para trasladarse a Navarra y de allí a Francia donde murió.
Recobrado Madrid para el trono de Castilla y pasado tan fugazmente el pintoresco episodio, los del linaje Alonso continuaron ostentado altos cargos en la villa. En
el voto de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora que hizo la expresada Villa de Madrid por los años 1.438, se halló el regidor don Juan Alonso y en el Ayuntamiento de esta villa figura en
1.481, otro caballero de este linaje llamado don Pedro Alonso.
En lo que toca a los Alonso del solar de Burgos, se lee en las crónicas de la época que reconocen como tronco de su linaje a don Fernando Alonso, de quien hizo
mucho aprecio el famoso Rui Díaz de Vivar, el invicto "Cid Campeador", teniéndolo como su pariente. Otra línea, de esta ilustre familia, se estableció en Villena y emparentó con la noble familia
Medina.
También encontramos este linaje en Lekeitio, Bizkaia.
ARMAS
Los del primitivo solar de la Merindad de Valdivieso traen: Terciado en banda de sinople engolada de dragantes de oro lampasados del mismo metal;
la parte alta de azur, una estrella de oro de ocho puntas; y la baja de oro, un león rampante de púrpura, lampasado y armado de gules y coronado de oro. Bordura de azur con este lema en letras de
oro: "De mi Desiderio, godo, - y del rey Wamba, sobrino, - procede esta Casa en todo, - por línea recta y camino".
Los de Asturias traen: Terciado en banda de oro engolada de dragantes de sinople; la parte alta de azur, tres estrellas de oro bien ordenadas; y la
baja de plata, un león rampante de púrpura, lampasado y armado de gules. Bordura de oro.
Los de Cangas de Onís y Avilés traen: De plata, un león rampante de gules. Bordura de oro con cinco cruces de Calatrava de gules.
Los de Galicia y los Señores de Ajofrín (Toledo) traen: De oro, seis roeles de gules y una espada desnuda y fijada en medio de ellos.
Los de Quintanarrúa (Burgos) traen: Cortado, 1º cuartelado, 1º y 4º de azur, un águila de oro engolada en cabezas de dragones de sinople perfiladas
de oro; y 2º partido, 1º de azur, un Hércules desnudo entre dos columnas de plata, y 2º de azur, otro hombre desnudo peleando contra un león de oro.
Los de Castil de Peones (Burgos) traen: De gules, un castillo de plata aclarado de sable, colocado sobre ondas de azur y plata, surmontado con una
flor de lis de oro sobre su homenaje; partido de oro, con un león rampante de su color natural.
Los de Santander y los de Osuna traen: De plata, un castillo de piedra aclarado de gules, a su lado diestro un león de gules y al siniestro un lobo
de sable, ambos empinados a los muros del castillo; en el cantón siniestro de jefe una cabeza de moro con turbante blanco chorreando sangre. Bordura de gules con dos calderas de sable y en cada
uno de sus cuatro ángulos una cabeza de moro.
Los de Valdeprado y valle de Cereceda (Santander), Valderas (León), Astorga y Ciudad Real traen: De gules, un castillo de plata aclarado de azur
colocado sobre ondas de plata y azur y acompañado de tres flores de lis de oro, una encima y otra a cada lado.
Los de Aragón y Navarra traen: De azur, un león rampante de oro cantonado en lo alto de dos estrellas de oro, y en lo bajo de dos crecientes de
plata y acostado de dos sotueres de oro.
Los de Elche (Alicante) traen: De plata, un león rampante de gules.
Los de Castilla, Andalucía y América traen: Cuartelado, 1º y 4º de gules, un castillo de oro aclarado de azur; y 2º y 3º de azur, una flor de lis
de plata. Algunos añaden bordura de gules con ocho veneras de oro.
Otros de América traen: Cuartelado en sotuer, 1º de sable, un castillo de plata; 2º de azur, tres flores de lis de plata bien ordenadas; 3º de
sinople, una sierpe de oro ondeada colocada en palo cabeza abajo; y 4º de púrpura, un león rampante de oro.
Otros traen: Escudo cuartelado: 1º y 4º, de gules, con un castillo de oro, almenado de tres torres, la de en medio más alta. 2º y 3º, de azur y una
flor de lis de plata.
Otros traen: De gules, un castillo de plata aclarado de azur; partido de azur, con una flor de lis de plata.
Otros traen: De sinople, un puente de piedra de tres arcos y dos escalas arrimadas a él, y una bandera de plata con el asta quebrada.
El Emperador Carlos I concedió en Barcelona el 23 de Septiembre de 1.519 a D. Álvaro Alonso y a otros hijos de varios acompañantes de Colón en su primer viaje a las Indias, escudo consistente en tres carabelas al natural sobre el mar y saliendo de cada una de ellas una mano señalando la tierra. Bordura, unas áncoras y unos corazones. La Real Cédula citada no indica metales ni colores.